
Esto permite indagar en los posibles finales de sistemas como el solar cuando se agota su estrella y pasa a gigante roja
Desde los años 80, distintas misiones de rayos X han detectado una señal inusual desde la estrella central de la Nebulosa de la Hélice, una de las nebulosas planetarias más cercanas a la Tierra. (FREEPIK)
Un estudio internacional ha vinculado una misteriosa señal de rayos X emitida por una estrella moribunda y rastreada desde hace décadas con la destrucción de un planeta cercano, lo que permite indagar en los posibles finales de sistemas como el solar cuando se agota su estrella y pasa a gigante roja.
Cuando una estrella como el Sol se acerca al final de su vida, su destino está marcado por un proceso de transformación imparable hasta agotar su combustible y convertirse en gigantes rojas, fase en la que expulsan sus capas exteriores al espacio y generan así una nebulosa planetaria.
En el centro queda una enana blanca, el remanente estelar denso y caliente, que emite una radiación ultravioleta que crea las estructuras brillantes que caracterizan a estas formaciones cósmicas.
Desde los años 80, distintas misiones de rayos X han detectado una señal inusual desde la estrella central de la Nebulosa de la Hélice, una de las nebulosas planetarias más cercanas a la Tierra.
Estudio internacional
El Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), en el sur de España, forma parte de un estudio internacional que podría haber resuelto el enigma de esta señal, según los resultados que publica la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
"En este trabajo interpretamos la emisión de rayos
X duros en una enana blanca como el resultado de la acreción de material planetario", ha señalado el investigador del IAA-CSIC y segundo autor del trabajo, Martín A. Guerrero, quien ha añadido que se conecta así la emisión en rayos X duros de una enana blanca y los procesos de destrucción de un sistema planetario.
En décadas anteriores, los telescopios Einstein y ROSAT detectaron rayos X altamente energéticos procedentes de la enana blanca en el centro de la Nebulosa de la Hélice, denominada WD 2226-210 y situada a 650 años luz de la Tierra, pese a que este tipo de estrellas no suele emitir rayos X energéticos.